El San Pedro, también conocido como Huachuma, Gigantón, agua collayo o Trichocereus/Echinopsis pachanoi, es un cactus alto, grueso y de porte columnar que los pueblos indígenas de los Andes sudamericanos consideran sagrado debido a sus poderosas propiedades espirituales y medicinales. A diferencia de su pariente psicodélico más popular, el peyote, el cactus San Pedro crece abundantemente tanto de forma natural como cultivado masivamente para uso psicodélico.
Esta especie de cactus es similar a otros cactus de porte columnar, especialmente a sus parientes que contienen mescalina, la antorcha peruana (Trichocereus peruvianus) y la antorcha boliviana (Trichocereus bridgesii). Su color puede ser verde claro, oscuro o grisáceo (que se vuelve amarillo si está expuesto a demasiada luz solar), generalmente con seis u ocho nervaduras, rara vez tan solo cuatro (la variedad más preciada) o hasta nueve. Tiene pocas espinas, y estas suelen ser cortas (de hasta 2 cm). Crecen desde las areolas de las nervaduras, que están a unos 2 cm de distancia las unas de las otras.
Un cactus San Pedro potente a veces crece en forma de árbol o arbusto con múltiples ramas que se extienden desde la base o desde columnas rotas. Puede alcanzar un tamaño considerable de 6 m (20 pies). El espécimen más grande conocido tiene una increíble altura de 12,2 m (40 pies), de ahí su nombre ecuatoriano Gigantón. En la parte superior de los tallos de especímenes viejos suelen florecer grandes flores blancas. Las flores se abren por la noche y duran unos días.
El cactus San Pedro es originario de Ecuador y Perú, y también crece en Bolivia, Chile y Argentina. Puede encontrarse a gran altitud en las laderas andinas, de 2000 a 3000 m (6600 a 9800 pies). Es un cactus resistente, capaz de sobrevivir a temperaturas extremadamente bajas (hasta -12 °C/10 °F) y en diferentes condiciones de humedad. Debido a esto, se cultiva con éxito en todo el mundo.
Esta especie es muy fácil de cultivar, todo lo que necesitas es tierra fértil y sol.
El cactus San Pedro se puede cultivar usando semillas o un esqueje. Cultivarlas a partir de semillas se hace mejor usando el método 'Takeaway Tek'. Esto literalmente significa germinarlos en un táper de plástico. El táper se perfora para permitir el flujo de aire y las semillas se colocan en una mezcla de tierra/perlita/arcilla Moler hidratada en el táper. La caja se coloca después en una bolsa con cierre hermético y se guarda en un sitio con sombra y luz solar suave. Después de aproximadamente un año, los cactus bebé están listos para ser trasplantados y empezar a crecer.
Cultivar San Pedro a partir de un esqueje (clonarlo) también es sencillo. El esqueje de unos treinta centímetros se expone a la luz solar directa hasta que el corte "sane", pero el resto del tallo debe cubrirse para protegerlo del sol. Una vez que el esqueje esté completamente seco, debe colocarse en una mezcla de perlita y arena o algún tipo de suelo que pueda drenarse fácilmente. Se guarda en un lugar sombreado y seco y no se riega durante un par de semanas o meses hasta que se desarrollen las raíces. Después, se puede colocar al sol y regar cada pocos días después de que el suelo se seque del riego anterior.
El cactus San Pedro es imparable. Puede crecer a un ritmo significativo, aproximadamente 30 cm (12 pulgadas) al año, y es muy resistente a las plagas y enfermedades, aparte de las posibles infecciones por hongos debido al riego excesivo. Si una columna es cortada o rota, normalmente brotarán entre una y tres columnas nuevas. Los tallos incluso pueden empezar a crecer desde una columna colocada horizontalmente en el suelo. Esto ocurre en la naturaleza cuando son rotas por el viento.
El cactus San Pedro, probablemente uno de los psicodélicos más antiguos conocidos por el hombre, rivaliza con el peyote en su antigüedad. Los descubrimientos arqueológicos de los rollos de piel de San Pedro en Perú indican que puede haber sido utilizado (por lo menos) para hacer puros desde el año 2.200 a.C. Se han encontrado pruebas adicionales del uso sacramental de San Pedro por las culturas Cupisnique (1500 a. C.), Chavín (1000 a. C.), Salinar (400-200 a. C.), Nazca (100 a. C.-700 d. C.), Moche (100-750 d. C.), Lambayeque (750-1350 d.C.).
Los artefactos encontrados incluyen grabados en cerámica, textiles y esculturas de piedra de templos. El vestigio más famoso es una tabla de piedra tallada que representa un dios serpiente con colmillos que sostiene un '' bastón'' de cactus San Pedro descubierta en un antiguo templo en Chavín de Huantar en las regiones montañosas del norte de Perú, que data aproximadamente de 1300 a. C.
El cactus San Pedro fue usado por los chamanes de estas civilizaciones como un medio para conectar con los antepasados y comunicar con las deidades para el bien de la comunidad, sobre todo para asuntos relacionados con el suministro de agua y el crecimiento de los cultivos.
Desde los principios de estas antiguas civilizaciones andinas, el agua ha representado un aspecto fundamental del poder político y, más tarde, de la mitología. En las llanuras costeras secas y áreas montañosas del norte de Perú, que se considera uno de los epicentros del uso de San Pedro, la gestión del agua fue esencial para la supervivencia de la población. La llegada de los líderes al poder dependía de lo eficientes que eran los acueductos complejos y los sistemas de riego construidos para controlar el suministro de agua.
Según los objetos cerámicos de la civilización Moche, el uso de San Pedro parece que facilitaba "que hubiera abundante agua y fertilidad agrícola lograda mediante la comunión con el reino de los muertos y los antepasados que se conseguía mediante el sacrificio de sangre". En sus representaciones de San Pedro podemos ver los primeros indicios de que este simbolizaba el agua y, por lo tanto, el poder.
A lo largo de los siglos V y VI, a medida que el imperio Wari (Huari) se expandió hacia las tierras altas (probablemente debido a una sequía prolongada en la región costera), el agua se consolidó como la clave para la vida en la cosmología de esta poderosa cultura, y sus fuentes se consideraban sitios sagrados. Allí se realizaban los rituales de comunión con otros mundos. El agua también se convirtió en el medio simbólico a través del cual se realizaba este paso entre mundos. Uno de los nombres coloquiales del San Pedro se explica por sí mismo: agua collay, o "reina del agua", que guiaría a quienes lo tomaban a los reinos de los muertos y los dioses.
Después de la llegada de los conquistadores en el siglo XVI, el uso del cactus San Pedro fue, al igual que ocurrió con otros enteógenos, declarado brujería y censurado, aunque no tan violentamente como el uso del peyote en América Central. Los indígenas cambiaron ingeniosamente el nombre del cactus a San Pedro en parte para apaciguar a los colonizadores integrando el simbolismo cristiano en su tradición. El nombre elegido fue muy acertado, ya que San Pedro era el poseedor de las llaves del cielo, de la misma manera que el cactus abría las puertas a otros mundos. El San Pedro no llegó al mundo occidental durante los siguientes cuatro siglos hasta que fue redescubierto eventualmente en 1945, cuando se informó sobre su uso en rituales por los indios andinos en Ecuador.
Unas décadas más tarde, probablemente debido a que su contenido de mescalina es significativamente menor que el del peyote, el San Pedro se libró de las estrictas regulaciones que prohibían el consumo y el cultivo de su pariente globular más pequeño en 1971. Su uso sacramental siguió hasta nuestros días de manera similar a como siempre se ha usado, y fue promovido a los turistas occidentales mediante informes antropológicos y etnobotánicos posteriores.
Los chamanes realizan ceremonias tradicionales en altares especiales (mesas), erigidos en sitios sagrados para curar y tratar los maleficios y la mala suerte. Los rituales de la mesa implican la insuflación de una mezcla de tabaco y alcohol, la ingestión de San Pedro, el diagnóstico de la aflicción del paciente y la limpieza de las energías malignas. Todo esto lo hace el chamán. Cuando se trata de curar la enfermedad, se hace poca distinción entre la mente y el cuerpo. Los curanderos buscan las causas espirituales incluso cuando solo se observan síntomas somáticos. Estas ceremonias se llevan a cabo a primera hora los martes y los viernes, días sagrados en la cosmología andina.
Numerosos objetos de poder se colocaban en las mesas. Su finalidad era encarnar la fuerza vital que une a los humanos con la Tierra y el cosmos. Sus poderes eran invocados por el chamán con el propósito de sanar. Cuando no se usa, el poder retorna a lo largo de un filamento similar al cordón umbilical hasta su lugar de origen, como una cueva espiritualmente cargada, un manantial, una montaña, una laguna de alta montaña u otro sitio natural mágico.
A veces, las pociones más complejas se preparaban con otros ingredientes para maestros de plantas, como tabaco, hojas de coca, pétalos de flores Brugmansia, vilca (Anadenanthera colubrina, uno de los alucinógenos más potentes que existen) y, ocasionalmente, huesos en polvo o polvo del cementerio. Este brebaje se llama cimora y siempre se sirve a medianoche después de realizar actos rituales como orar, machacar tabaco, cantar y el traqueteo rítmico. Todos los presentes en la ceremonia comparten esta potente poción.
Las ceremonias contemporáneas con San Pedro se realizan de día o de noche, en una maloca (cabaña ceremonial) o al aire libre en la naturaleza. Son frecuentes y muy fáciles de encontrar en Ecuador y Perú. La mayoría de los centros de retiro que ofrecen ayahuasca también tienen disponible San Pedro, ya sea en una ceremonia adicional o como un ritual propio. Las ceremonias complementarias normalmente se llevan a cabo el día siguiente a una sesión de ayahuasca, y los centros de retiro a menudo afirman que proporcionan al participante el poder de implementar los cambios que la ayahuasca les mostró que eran necesarios.
El principal ingrediente psicoactivo del cactus San Pedro es la mescalina. El contenido de mescalina es muy variable: dependiendo de la edad del cactus, su ubicación, la temporada de cosecha y la cantidad de estrés ambiental al que estuvo expuesto, la concentración de mescalina estará entre el 0,006% y el 0,14% en los cactus frescos y entre el 0,1% y el 2,375 % en los secos una concentración considerablemente más baja que en el peyote. Las concentraciones más altas se encuentran en la capa de 1 cm de carne verde justo debajo de la piel. Las capas más blancas que hay debajo contienen poco o ningún alcaloide activo.
A diferencia de otros compuestos enteogénicos naturales como la psilocibina y la DMT, la mescalina es una fenetilamina, más parecida a las sustancias sintetizadas químicamente como el MDMA y el 2C-B. Esta diferencia química parece reflejarse en la experiencia con San Pedro, que se caracteriza más comúnmente por la poderosa liberación emocional que por alucinaciones visuales (aunque están presentes).
La mescalina se une de forma no selectiva a la mayoría de los receptores de serotonina del cerebro, con afinidades primarias por 5-HT1A, 5-HT2A, y 5-HT2C. Al igual que ocurre con muchos otros psicodélicos clásicos, se cree que su principal mecanismo de acción depende de la activación del receptor 5-HT2A.
Al igual que la mayoría de los psicodélicos, la mescalina no crea una adicción fisiológica y se ha descubierto que no causa ningún defecto psicológico o cognitivo en los usuarios. Sin embargo, como activador del sistema serotoninérgico, genera una tolerancia que se debe a la recuperación del receptor. Esto significa que consumirla en días consecutivos hará que su efecto disminuya. Además, causa tolerancia cruzada con otros psicodélicos que se unen a los receptores de serotonina como el LSD y la psilocibina. Deben pasar varios días después de consumirla para que los receptores vuelvan al funcionamiento inicial.
¿Puede detectarse el San Pedro en una prueba de drogas?
La mescalina puede detectarse en la orina durante 2-3 días, en la sangre durante 24 horas, en la saliva durante 10 días y en una prueba de drogas del folículo piloso durante 90 días. La mayoría de las pruebas de drogas estándar no detectan la mescalina específicamente, pero puede aparecer como una anfetamina, ya que son compuestos muy similares estructuralmente.
Además de la mescalina, el cactus San Pedro contiene muchos otros alcaloides en concentraciones más pequeñas o trazas. Estos incluyen: anhalonidina, anhalinina, hordenina, tiramina, 3,4-dimetoxifenetilamina, 4-hidroxi-3-metoxifenetilamina, 3-hidroxi-4,5-dimetoxifenetilamina, 4-hidroxi-3,5-dimetoxifenetilamina y 3-metoxitiramina. La variedad de compuestos que contiene el San Pedro es significativamente menor que en el caso del peyote, que contiene más de 50 alcaloides además de la mescalina.
Se carece de información suficiente sobre los efectos de estos otros alcaloides, a excepción de la hordenina y la tiramina. Se sabe que la hordenina (o anhaline) eleva la presión arterial, expande el sistema respiratorio y contrae el sistema vascular. También tiene efectos adrenérgicos y propiedades antimicrobianas. La tiramina es un alcaloide natural presente en muchos alimentos y bebidas, especialmente en alimentos secos, madurados, en conserva, en vinagre, curados, ahumados o fermentados, en algunos frutos secos, judías y legumbres, frutas y chocolate. También eleva la presión arterial y es metabolizado en el estómago por las enzimas monoaminooxidasa (MAO).
Existen muchas maneras de preparar el cactus San Pedro para el consumo. Este puede tomarse fresco, seco, pulverizado, preparado en un té, o reducido y colado, produciendo una sustancia con alto contenido de mescalina.
Sea cual sea el método seleccionado, el cactus debe prepararse primero. Esto se hace cortando la fina piel exterior y las espinas. El cactus se corta verticalmente a lo largo de las nervaduras u horizontalmente en "monedas" en forma de estrella. El núcleo blanco de madera más interno debe retirarse, y lo que queda es consumible.
La pulpa se puede cortar en trozos más pequeños y consumirse fresca o después de secarse al sol. Si se consume seca, disminuyen las posibilidades de náuseas. La pulpa se puede mezclar con un volumen igual de agua y consumirse como un batido, o cocinar a fuego lento, añadiendo más agua a medida que se reduce el líquido. Con este último método se necesitarán entre 3 y 12 horas para obtener una sustancia espesa, que luego puede filtrarse, y el líquido resultante es un potente extracto rico en alcaloides. Se puede mezclar con zumo para un mejor sabor.
Por último, la mescalina cristalizada también se puede extraer químicamente del San Pedro siguiendo este método. Sin embargo, una experiencia con mescalina solo no es tan completa como un viaje con San Pedro porque los alcaloides restantes no están presentes.
Debido a la amplia variedad de niveles de mescalina (la concentración más alta medida es 20 veces más fuerte que la más baja), es especialmente difícil determinar las dosis de San Pedro. Es imposible determinar con precisión la concentración de un tallo, ya que esto depende de demasiadas variables.
Estas son las dosis de mescalina recomendadas para diferentes niveles de viaje:
Umbral |
100 - 150mg |
Ligero |
150 - 250mg |
Moderado |
250 - 350mg |
Fuerte |
350 – 500mg |
Extremo |
>500mg |
La dosis recomendada de mescalina para un “viaje moderado” suele estar en una pieza de unos 200-300g o 20-30cm de tallo fresco, siempre que la concentración de mescalina esté en torno al 0,1% normal. Sin embargo, aunque no suela pasar, ese peso o trozo puede contener una cantidad peligrosa de la sustancia. Por eso es mejor seguir la tradición indígena y consumir poco a poco en intervalos de más de una hora, según la necesidad.
El viaje con San Pedro no empieza rápidamente, los primeros efectos tardan hasta 45 minutos en aparecer y hasta 3 horas en llegar a su punto máximo. Normalmente dura más que un viaje de peyote, hasta 14 horas, pero generalmente no es tan intenso.
La experiencia Huachuma se caracteriza muchas veces por ser un viaje emocionalmente abierto que mantiene al individuo relajado, lúcido y en control tanto de los procesos mentales como de las funciones motoras. El viaje normalmente empieza con un ligero mareo o somnolencia, y una sensación de hormigueo en las extremidades. Las náuseas y los vómitos son algo normal, pero no tan frecuentes como en el caso de la ayahuasca. Por esto, se recomienda ayunar hasta 12 horas antes de consumir San Pedro.
El punto máximo del viaje suele ir acompañado de un gran entusiasmo y sentimientos de comodidad y alegría. Las alucinaciones visuales generalmente incluyen luces y colores más intensos, así como imágenes caleidoscópicas y fractales con los ojos cerrados. Las alucinaciones normalmente no son tan complejas como en el caso del peyote. La sinestesia (percepción intermodal) puede aparecer cuando se toma San Pedro, así como las experiencias extracorporales. Como suele ocurrir al tomar mescalina, las dimensiones de todo el entorno se vuelven distorsionadas y onduladas, mientras que los objetos emiten auras de misticismo y belleza de otro mundo.
Durante el viaje, una mayor conciencia emocional y espiritual hace posible una profunda introspección y liberación. Revivir eventos pasados es algo común durante la experiencia, al igual que el reconocimiento de patrones disfuncionales de pensamiento y acción, como resultado de una empatía hacia uno mismo. Para maximizar estos beneficios espirituales potenciales, es recomendable que te prepares para la experiencia analizando tus intenciones. Generalmente, se hacen afirmaciones adicionales de intenciones al principio del viaje para que se puedan mantener durante el viaje. Tener un viaje malo con San Pedro es posible, pero eso es poco común y, frecuentemente, suele deberse a una mentalidad y un entorno inadecuados.
El fin del viaje normalmente es lento y apacible, dura muchas horas y la posluminescencia es igual de larga y suave.
Estas dos especies de cactus psicodélicos son las más conocidas, y elegir entre peyote o San Pedro es un problema común para los psiconautas que tienen curiosidad por la mescalina. Aunque ambos contienen este compuesto, la concentración difiere. Puesto que el San Pedro no contiene tanta mescalina, esto se compensa ingiriendo más cantidad de cactus por peso. Sin embargo, el San Pedro no contiene tantos alcaloides como el peyote, lo que hace que las dos experiencias sean bastante distintas.
Prácticamente, los viajes difieren de las siguientes maneras: la experiencia con San Pedro es sedante y de ensueño, mientras que el peyote es estimulante y vibrante. El San Pedro normalmente se toma durante el día, ya que las visiones no son demasiado intensas y toda la experiencia es lo suficientemente discreta como para permitir el movimiento físico. Por otra parte, es mejor tomar peyote por la noche, ya que las visiones suelen ser más intensas y a veces hacen que el usuario sea totalmente incapaz de moverse.
Generalmente, los viajes de peyote se consideran más intensos y profundos. Por otro lado, las limitaciones ecológicas del peyote hacen que la mayoría de los interesados en la mescalina opten por San Pedro que es más abundante. El viaje con San Pedro también es menos intenso y esto lo hace más adecuado para las personas que no tienen mucha experiencia con los psicodélicos fuertes.
Aunque no existen muchos estudios sobre los efectos terapéuticos del San Pedro, no es casualidad que este cactus se haya utilizado por sus propiedades medicinales desde la antigüedad.
Existen muchos casos anecdóticos de chamanes que curan una amplia variedad de trastornos psicológicos y somáticos con San Pedro. El San Pedro ha sido un aliado vital de las comunidades indígenas durante miles de años, ya sea consumido por ellos para diagnosticar la enfermedad o por sus pacientes para purgar toxinas o recibir información espiritual. En las últimas décadas, los occidentales que buscaban curación y crecimiento personal también han tenido podido comulgar con Huachuma.
Los problemas que el San Pedro puede ayudar a tratar incluyen: dolor, inflamación, infecciones, parálisis, ceguera, trastornos del estado de ánimo, depresión, adicción a sustancias y alcohol, y otros. Existen algunas pruebas sobre la efectividad de la mescalina como sustancia terapéutica, pero es necesaria más investigación científica para verificar y determinar los beneficios medicinales del San Pedro.
La mescalina es un activador del sistema serotoninérgico y puede interactuar negativamente con otras sustancias químicas que modifican los niveles de serotonina. El San Pedro contiene además tiramina, un alcaloide que puede interactuar negativamente con inhibidores de la MAO, como por ej., algunos medicamentos para la depresión. Se debe suspender el tratamiento con este tipo de medicamentos algunas semanas antes de empezar a tomar San Pedro, ya que existe riesgo de desarrollar el síndrome de serotonina que es potencialmente mortal. También se ha demostrado que la mescalina induce psicopatología temporal y puede desencadenar la psicopatía en individuos predispuestos a esto.
El San Pedro no es seguro para las personas con problemas cardiovasculares preexistentes debido a la presencia de hordenina, que aumenta la presión arterial. Por último, dado que afecta el sistema adrenérgico, no se deben usar otras sustancias estimulantes al consumir San Pedro.
Es mejor evitar cualquier medicamento para afecciones crónicas o sustancias intoxicantes si tienes pensado tomar San Pedro, ya que las interacciones no han sido muy investigadas por la ciencia. Aunque este cactus puede ser útil a la hora de ayudar con la adicción a sustancias, no debe combinarse con estas.
A diferencia del peyote, y probablemente debido a los niveles más bajos de mescalina, el cultivo de San Pedro como una especie de cactus es perfectamente legal en la mayor parte del mundo. El único problema es que es legal solo para fines ornamentales. Su uso como psicodélico y posesión con fines de extracción de mescalina es ilegal. Esto no es así en sus países de origen, Ecuador, Perú y Bolivia, donde se permite el uso sacramental.